19/07/2007
Otra vez se nos fue el día sin mojar en el Tour, y la botella de champán empieza a coger demasiada temperatura en el frigorífico del Lampre-Fondital. No es que ronden los nervios, pero sí hay ganas de tener una ocasión de ganar una etapa. En el equipo estamos convencidos de que nuestro trabajo es bueno, pero no nos acompaña la fortuna. Ayer volvimos a buscar la fuga, y Bennati cogió una que tenía buena pinta, si no fuera porque en ella entró Arroyo, que está relativamente cerca en la general, y el pelotón la echó abajo.

Después, en el sprint, Ballan, Bossoni y Corioni fueron quinto, sexto y séptimo, pero... Fue una pena que Bennati no entrara en el grupo de cabeza, aunque luego, como habría ido a rueda de Boonen, cuando se cayó el belga se habría ido al suelo tras él. Así, al menos, mi compañero se ahorró la caída. La que no olimos fue la fuga del día. Ya no sé qué pensar, pero Grivko atacó el miércoles cuando el pelotón se detuvo a orinar, y ayer la escapada de Wegmann, Florencio, Gilbert y Fofonov –Millar entró después– comenzó en el avituallamiento. Hasta hace poco, momentos como éstos eran sagrados y nadie arrancaba. En mi caso, el  masajista no me vio en el avituallamiento, así que bajé al coche a por la bolsa... y la fuga salió cuando yo iba justo el último del pelotón. La etapa en sí volvió a ser calurosa y con mucho estrés. El ataque de Astana cogió atrás a Moreau, y también a mi compañero Valjavec, por lo que nos tocó trabajar del grupo perseguidor, aun sabiendo que por delante no pararían. Hoy me gustaría darme una buena paliza... pero por delante. Es una de esas etapas que tengo marcadas, así que mi dorsal será cantado por radio-Tour en los primeros kilómetros. Ojalá resuene también al final