La primera etapa celebrada ayer de los Pirineos no se me hizo excesivamente dura. Había bastantes tramos llanos entre los puertos y, además, cada vez me estoy notando mejor. El mismo sábado terminé bastante satisfecho la contrarreloj. Sin haberla disputado al cien por cien, me salió una buena crono, lo que me dio bastante moral de cara a las presentes jornadas pirenaicas. Ayer no me moví en exceso, pero sí noté el apoyo de la gente en las rampas de los puertos; la verdad es que me sentí como en casa. Además, estos dos últimos años estoy notando que cada vez más gente me conoce y me anima. Se agradece cuando uno está subiendo un puerto, aunque la verdad es que ayer me daba igual perder cinco o quince minutos.
Delante, la jornada dio continuidad a lo que está siendo la tónica del presente Tour. Muchos fallos de los favoritos. Ayer le tocó a Vinokourov, que perdió una minutada cuando, tras la contrarreloj del sábado, parecía que se iba a comer el mundo. Valverde también se dejó un tiempo precioso en la línea de meta, Evans también cedió algo, y Rasmussen parece ser el que mejor lo tiene, sobre todo después de la crono que hizo. Su principal rival es Contador, que está cumpliendo con todo lo que se esperaba de él. Quedaba la duda de cómo se desenvolvería en las pruebas de tres semanas, pero parece que está superando la prueba con nota. Su confirmación en la elite en este Tour supone savia nueva para el ciclismo.
¿Y hoy? Afrontamos una de las etapas que tengo marcado en el calendario. Me encuentro bastante bien y considero que la jornada es más dura que la de ayer, con puertos más cortos pero con menos descanso entre los mismos. Las fugas están saliendo de lejos y espero coger la buena. No parece que la gente tenga mucha fuerza, y espero aprovechar el hecho de que mis sensaciones mejoren conforme van pasando los días.