AFRONTO mis primeras líneas en este Tour con sentimientos contrapuestos. El de ayer no fue mi mejor día sobre una bicicleta, pero, sin embargo, sí quedará como uno de mis mayores recuerdos como ciclista. Acompañó todo: la grandeza del Tour, una capital tan atractiva como Londres, un día soleado pero sin calor asfixiante y un público volcado. Y los ciclistas, protagonistas de todo esto. Durante el prólogo me acordé de los míos, sobre todo de mis aitas, José Luis y Genito, y mi mujer, Noemí. Los cuatro pateamos este invierno las mismas calles por las que iniciamos ayer la Grande Boucle. Me los imaginaba ahí, al otro lado de la valla, aplaudiendo a cada corredor. Incluso yo también me vi perdido entre la muchedumbre, viendo lo que podía haber sido un espectáculo de motor. Pero no, esta vez los protagonistas éramos los ciclistas, los mismos a los que tantas veces nos sitúan en el ojo del huracán.
En el hotel, volví a disfrutar del ciclismo con un reportaje de la BBC . El periodista no controlaba mucho el ciclismo, pero realizó un gran trabajo. Otros llevan toda la vida entre bicicletas, pero parece que se olvidan de la esencia de este deporte para centrarse en otras historias que últimamente han centrado demasiadas portadas. Ya me entienden. A nivel deportivo, me fastidió el flojo resultado de mi prólogo, aunque tampoco es una especialidad que me vaya bien ni que la haya trabajado. Últimamente he entrenado más el umbral, los puertos, y espero que me vaya mejor cuando llegue la montaña.
Quien sí maneja como pocos la situación cuando la mide un cronómetro es Fabian Cancellara, que era mi gran favorito, y se salió. El suizo hizo lo que muchas veces no es sencillo: cumplir con las expectativas.Confío en que también lo haga este Tour, que promete espectáculo